¿Y después que sigue?

Por L.C. Daniel Fajardo

 Hace un par de semanas publiqué en mi twitter (@mimfo_oficial) la cifra oficial que hasta hace 15 días el gobierno del D.F. había señalado como oficial desde que se legalizó el aborto, el número confirmado llegaba a los 50, 000 abortos en prácticamente muuuy pocos años.

Más allá de la visión moralista de preguntarnos como sociedad ¿y a nosotros quién nos hizo Dios para decidir que 50, 000 futuros ciudadanos simplemente no nacieran? habría que revisar el problema con una visión mucho más aguda.

Pongámoslo así, 100, 000 ciudadanos (porque obvio los abortados son producto de 2) vieron como una salida fácil abortar como una medida de prevención, anticonceptiva, etc. ¡100, 000!, lo alarmante es que tenemos esa cantidad de personas, por lo menos en el D.F., ejerciendo su sexualidad de una manera irresponsable porque ¿qué mayor responsabilidad debemos tener cuando tenemos en nuestras manos la vida de un tercero?

Con ello no quiero transmitir una idea de moral extremista, pero si de plano nos vale ejercer nuestra sexualidad sin cuidarnos de quedar embarazados, ¿qué otras situaciones pueden generar estos descuidos?, ¿cuántas enfermedades de transmisión sexual se pueden contagiar cuando nuestra mente simplemente está enfocada en que el máximo riesgo que puede suceder es un embarazo y que gracias a nuestros legisladores ya hay una vía legal para solucionarlo?

50, 000 abortos es una cifra alarmante y poco representativa de la problemática, porque aun con leyes tendríamos que sumar a todos los abortos que se realizan de manera clandestina en el mismo D.F. y en general a lo largo de la república mexicana.

Aun  así, la situación del embarazo no deseado no es la única alarma que las autoridades y sociedad deberíamos leer más allá de una cifra estadística, sino la verdadera problemática en materia de educación sexual.

Regresemos al punto donde las personas (y no digo jóvenes porque en realidad el estar informado nada tiene que ver con la edad) sólo se cuidan de no embarazarse, es la única visión que tienen y que consideran como una problemática, ¿y las enfermedades?, ¿cuáles son y cómo se contagian?, casos como sífilis o hepatitis B pueden ser contagiadas sin que el portador tenga algún síntoma visible y que no tenga conciencia de ello, y a veces cuando la enfermedad se manifiesta, quizás el enfermo cuenta con un record de dos o tres parejas sexuales donde la pregunta de todos es ¿quién contagio a quién?

La cifra reconocida por el D.F. es una alarma de focos rojos que debería tener una acción inmediata, porque este programa simplemente brindó seguridad a las parejas que decidieron realizar un aborto pero no es una acción que vaya directamente a la solución del problema y en ese aspecto aun estamos lejos de una cultura de verdadera seguridad en materia sexual.

Finalmente, recordando viejas frases, alguna vez sobre el aborto, publiqué un dicho popular sobres este tema “a final de cuentas los que decidieron darle sí al aborto, son personas que ya nacieron…”

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