La comunicación también es revolución

Los cambios sociales siempre han tenido como aliada a la comunicación

Por L.C. Daniel Fajardo

 Hemos tocado en anteriores publicaciones el aporte que la comunicación puede hacer a la sociedad y la importancia de encontrar dichos pretextos para validar su ejercicio social en México.

Una de las muchas áreas que podemos abarcar en este aspecto es la que tiene que ver con los movimientos sociales y el papel que la sociedad espera de todos los que ejercemos alguna actividad en medios de comunicación.

Todas las revoluciones han utilizado a los medios para difundir ideas de diferentes maneras, algunas como manifestaciones artísticas y unas más a través de un extraordinario manejo de la prensa, por citar algunos, pero si vemos esta actividad desde el punto de vista del creador de mensajes y no sólo como el de canal, nosotros podemos por iniciativa aportarle mucho a un movimiento con fines sociales.

La comunicación puede ser un arma, cuando el mensaje es capaz de causarle daño al mal que aqueja a una sociedad, tiranos en el poder, desinformación, manipulación, mentiras, muchos pueden ser los enemigos de la sociedad y todo aquel elemento capaz de terminar con ese reinado es un arma, la comunicación es una muy poderosa porque puede unir, puede informar, puede coordinar y asociar a miles de personas.

Todo esto es importante, arranca desde una actitud de servicio y compromiso que el comunicólogo adopta como parte de su función y su ejercicio en la búsqueda del bien común.

Pero el reto no se detiene ahí, la comunicación como actividad, además de buscar mantener informada a una sociedad, debe despertar en ellos el interés por saber; en Latinoamérica hay una delgada línea entre el entretener y el interés, los formatos televisivos hoy en día emiten varios mensajes que no impactan, que sorprendentemente hacen al televidente un simple espectador de una cruel realidad que tal como si fuera una película miramos sin ni siquiera sorprendernos, como si esa fuera la realidad que nos tocó vivir y las noticias nos ponen al tanto de quién mató a quién y nada más.

Los mensajes deben diseñarse buscando generar el interés de las audiencias por conocer la realidad, despertar en ellos el aspecto crítico para discernir entre las situaciones que se nos presentan, generar un juicio propio sobre la situación, en pocas palabras ser analítico lo cual implica un esfuerzo mental mayor para el que sólo se informa-entretiene.

Pero todavía será una meta mucho más ideal el hacer que la sociedad participe, se involucre en la búsqueda de la solución de los problemas.

Una sociedad participativa es una comunidad de primer mundo, y ¡lo podemos constatar!, revisemos los índices de lectura de los países de primer mundo y los de tercer, existe una diferencia abismal entre ambos, revisemos los discursos de una campaña política en ambas zonas, diferencias totales, cuando la gente no sólo es crítica sino además participativa tiene la mente mucho más abierta y piensa a futuro, en Latinoamérica el mundo está cerrado, la visión es a corto plazo, no hay aspiraciones, hay corrupción, poca participación social porque la gente no lee, sólo se informa-entretiene, no hay conciencia social, no hay una comunicación de contenidos y muchas razones más que son un reto para las profesionales que nos dedicamos a la labor de comunicar, en cualquiera de las áreas en las que nos desempeñemos, tenemos en nuestras manos la oportunidad de generar algo diferente, y ¿por qué no? propiciar un cambio social de fondo, porque la comunicación, también puede ser una revolución, necesitamos ser acción, necesitamos ser nosotros los que generemos en la sociedad este interés por participar, diseñar mensajes que nos ayuden a comprender y para ello hay que empezar por nosotros mismos, haciendo lo mismo que pedimos de la sociedad, leer, informarnos, ser críticos y analíticos y lo más importante, ser participativos procurando desde nuestra actividad ser un factor para el cambio social.