Y ahora, ¿qué sigue?

El registro de celulares en México creó más polémica de lo que en realidad es. Inicialmente sin pena ni gloria la medida fue autorizada como una estrategia para reducir aparentemente los secuestros y las extorsiones pero muy pocos ciudadanos se informaron del programa.

La mayoría de las personas se enteraron, en una primera etapa, mediante una cadena por Internet criticando la medida y pidiendo que no se registraran debido a que este es un mecanismo de control del gobierno.

Conforme paso el tiempo y el plazo contemplado para un año estaba por concluir, la sociedad empezó a conocer y luego valorar la importancia del programa, mas nunca se ha dado la respuesta del ¿por qué?

Los medios informativos nos repetían una y otra vez hay que registrar el celular, los diputados preocupadísimos por el poco resultado de la medida perdían el tiempo discutiendo si se extendía el plazo un año más o por lo menos algunos meses y para el domingo, fecha límite, las primeras anotaciones sobre el registro de aparatos de telefonía móvil indican que poco más del 70% de la población consiguió realizar el trámite.

Seguramente durante la semana podremos observar el contenido de los espacios informativos presentando estadísticas del programa, declaraciones de usuarios molestos por haber perdido su servicio, poco a poco se disminuirá la tensión de la información hasta que esta sea relevada por alguna otra por su novedad e importancia.

La pregunta obligada a continuación es la que tiene que ver con resultados, eliminemos la teoría del organismo estatal de control, ¿ésta medida es solamente populista?, ya se tienen los registros ahora ¿cuál es el programa y qué es lo que podemos esperar como resultados del mismo?

Las autoridades deben iniciar, si el programa en realidad tiene un sentido, un programa para presentar avances y resultados del mismo. Si la medida fue totalmente populista, la fórmula no resultó del todo bien porque mas allá de ver el programa como una estrategia inteligente en contra de la delincuencia a la mayoría de los mexicanos les pareció molesto y absurdo.

Ahora, si en realidad existe un programa, las autoridades deberán ocupar casi de inmediato, espacios informativos en las principales cadenas de televisión, radio, prensa escrita e Internet, para dar la cara y explicar el objetivo del programa, los alcances y los resultados y darle un mayor sentido a toda esta estrategia.

La noticia pasará de los primeros encabezados en un plazo no mayor a una semana, pero ¡y los resultados!, casi un 30% de la población no registró su celular, y del 70% un alto porcentaje lo registró con un nombre falso entre los cuales destacan Felipe Calderón y Carlos Slim.

Y aunque se ha anunciado una segunda parte del programa que consistirá en verificar los datos, ¡quién no nos puede asegurar que en ese 30% no están los secuestradores del país!, Quizás la medida es buena, pero 30% que en estos momentos está amparado por las empresas telefónicas pues no da una imagen muy buena del programa y mucho menos para sus autores.

Una bofetada de guante blanco para una norma que de entrada tiene una dudosa razón de ser y que parece dará pocos resultados para la problemática que vive nuestro país.

El tiempo dará la razón para esta acción, los ciudadanos hicieron su parte registrando sus teléfonos, ahora falta ver al gobierno cumplir la suya.